La felicidad no es una cadena de placeres fugitivos, exitantes, diferentes. La felicidad reside en un juicio y una reflexión imaginativa, cuando la imagen de la propia vida humana en general, tal como es o como ha sido, satisface nuestros deseos y es aceptada con alegría.
Definitivamente que las expectativas de la vida para muchas personas quedan satisfechas cuando adquieren por ejemplo un bien material por el que lucharon, sin embargo no ha transcurrido mucho tiempo cuando vemos esfumarse esa felicidad, esto ocurre porque se ve el logro de la felicidad en función de bienes adquiridos y también en términos del estatus que por cuestiones transitorias les toca.
Si las cosas funcionaran así, podríamos decir que todo presidente de un país es feliz y por supuesto todo ministro también lo es. Mientras se considere que es en la posición y los bienes materiales que radica la felicidad, entonces no se ha sido capaz de hacer reflexiones imaginativas ni prolongar la alegría de los logros obtenidos.
Probablemente se ha escuchado expresiones como estas:
Seré feliz cuando tenga el carro de mis sueños, cuando contraiga matrimonio, cuando me divorcie y mil cosas más, cualquiera de esas cosas que le ocurran a quien está demandando de ellas, se dará cuenta muy pronto de que constituyeron una felicidad transitoria, porque la buscó donde no estaba, por eso fue tan efímera.
Posiblemente ahí radique el afan de muchos por conseguir dinero a como de lugar, porque con él se consigue la ansiada felicidad y para ello apliquen la regla que establece: Hazte de dinero trabajando y si no puedes hacerlo trabajando, hazte de dinero.
La sociedad que tenemos hoy es un reflejo de ese pensamiento, esto es extensivo a todos los niveles. En el pasado eso estaba reservado para el mundo empresarial, pero de un tiempo a esta parte se ha constituido en parte del accionar de los políticos, constituyéndose en una pérdida de confianza en ellos y en el sistema democrático.
Alcanzar la felicidad es una larga travesía llena de escollos y sin sabores, la cual no radica ni en la posición transitoria o de larga permanencia, ni en los bienes materiales, lo cual se constituye en una carrera a la que parece que nunca se llegará, porque el que está en una posición generalmente aspira a la que le sigue y pregonará antes sus íntimos que el día que la alcance será feliz, quizás el día que alcance la posición deseada, sus íntimos más que felicitarlo, tendrían que darle las más sentidas condolencias, por lo que representará esa posición. Simplemente buscó la felicidad donde no estaba.
No puede olvidarse que siempre habrá alguin más fuerte, más inteligente, con mejores niveles de relaciones, más hábil en fin con sobradas cualidades para troncharle el camino que supuestamente llevaría a la felicidad.
¿Cúal es el camino? Cada quién tendrá que descubrirlo y estar dispuesto a recorrerlo, Santayana da algunas pautas, pero nadie puede hacerlo por uno, es algo así como el dolor físico, que es personal y por más que se quiera a una persona, si esta tiene un dolor, lo único que puedes darle es medicina y manifesterle cariño, pero nuca transferirse el dolor. También la búsqueda de felicidad es personal, pero no radica donde cree la mayoría de la gente.
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