La importancia de la educación parece que es muy difícil de entender. Aunque el sistema educativo esté manejado por personas con cierto nivel académico, el mismo no consigue arrancar.
La educación privada no está permeada por la política, pero a veces tenemos la impresión de que su accionar está influenciado por los vaivenes del juego político. Muchos gerentes de sus propios proyectos educativos no hacen lo deben hacer, bajo el pobre argumento de que en la educación pública no se está haciendo esto o aquello: CRASO ERROR. Simplemente haz tu trabajo sin pensar que tu vecino no está haciendo el suyo.
No hay que copiar las travesuras que otros hacen, así se tratara de la propia naturaleza, la cual nos da algunas sorpresas a través de la genética y ya algunas de esa travesuras son corregidas antes del nacimiento. ¿Por qué imitar lo que no me enriquece espiritual y materialmente?
Nos pasamos la vida explicando el porqué la experimentación constituye una de las mejores vías para aprender ciencia, pero la mayoría de los que dirigen el sistema educativo no la aplican. Constituye una vergüenza que un estudiante curse tres niveles de Biología y no observe un célula en el microscopio.
El sistema educativo dominicano tiene cierto parecido a Oscar Matzerath, el personaje de la novela El tambor de hojalata, que se negó a crecer.
Ningún gerente educativo ignora los aportes importantes dirigidos al fortalecimiento del aprendizaje de ciencia hechos por Piaget, Ausbel, Gowin, Montessori y muchos más, pero no lo aplican, por eso no se tienen los resultados que el país demanda para un crecimiento y desarrollo sostenido.
Hay que pasar de pregonar a ejecutar, del pensamiento a la acción. Hacemos una invitación para honrar la frase de Confucio (siglo V a.C.): Que tus palabras nunca sobrepasen tus hechos.
Cuando el plan de Dios es distinto al tuyo
Hace 4 años
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