Hoy compartimos la primera parte de este artículo, escrito por la Profesora Ligia Ramírez.
Lo que sentimos y pensamos lo podemos apreciar mejor cuando somos capaces de expresar la idea esencial de eso que sentimos o pensamos. Pues la lengua además de que nos permite comunicarnos, también nos permite expresarnos a nosotros mismos.
La lengua constituye un poder y como tal, rige nuestro pensamiento y nuestras ideas. Es por ello que para que sea posible disfrutar de los prodigios que encierra el conocimiento profundo de una ciencia es indispensable tener dominio de la lengua general.
Es cierto que la ciencia tiene su lengua propia, pero no es menos cierto que lo que le da sentido a los conocimientos científicos obtenidos como fruto de las investigaciones realizadas es la lengua general. A través de ésta los hallazgos obtenidos se divulgan y se dan a conocer a toda la humanidad.
La lengua constituye un poder y como tal, rige nuestro pensamiento y nuestras ideas. Es por ello que para que sea posible disfrutar de los prodigios que encierra el conocimiento profundo de una ciencia es indispensable tener dominio de la lengua general.
Es cierto que la ciencia tiene su lengua propia, pero no es menos cierto que lo que le da sentido a los conocimientos científicos obtenidos como fruto de las investigaciones realizadas es la lengua general. A través de ésta los hallazgos obtenidos se divulgan y se dan a conocer a toda la humanidad.
El manejo correcto y fluido de la lengua es indispensable para avanzar en los estudios y en la comprensión de los conceptos científicos, ya que de no lograrse el ajuste apropiado entre el lenguaje empleado y la particular capacidad de abstracción, la lectura correcta de las propuestas y explicaciones resultaría claramente imposible.
Para poder aprovechar los beneficios que nos da el conocimiento científico debemos conocer a fondo nuestra lengua, es decir, tener dominio del vocabulario, de la sintaxis, de la ortografía, del uso y significado de los nexos o conectores y de transición. Cada uno de estos juega un papel determinante en la expresión de los conceptos, pues son los que dan sentido a lo que se dice y como se dice.
En el ámbito de la Matemática o de la Física, por ejemplo, si se nos plantea un problema lo primero que debemos hacer es leerlo con detenimiento para comprender su contenido y analizar las partes que lo constituyen, los diferentes aspectos que abarca, identificar las causas que le dieron origen, las consecuencias que de estas se derivan y las posibles implicaciones que conllevan. Una vez conocidas e identificadas estas partes, es posible proceder a la búsqueda de las posibles soluciones. La persona que no es capaz de seguir este proceso de interpretación de un problema científico no estará en condiciones de encontrar la solución del mismo.
Para la compresión de las informaciones científicas es fundamental el reconocimiento de los símbolos instrumentados para construir los supuestos teóricos de los planteamientos, lo que solo se logra con el conocimiento que se tenga de la lengua y con la capacidad de abstracción necesaria en el quehacer científico. La lectura correcta de las propuestas y explicaciones y por tanto, la comprensión e interpretación de los contenidos de la ciencia, son el resultado del dominio que se tenga del uso y significado de las palabras. Estas destrezas se adquieren mediante la práctica permanente de la buena lectura, el uso continuo del diccionario para la búsqueda del significado y el uso de las palabras desconocidas y su posterior inclusión en el léxico personal. Mientras más rico sea el vocabulario de una persona, mayores serán sus posibilidades comprensivas y expresivas.
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