domingo, 11 de abril de 2010

Un compromiso con la ciencia


En lo que va este siglo y el pasado gran siglo XX, para un buen número de países la investigación científica ha pasado de la periferia al centro y desde ahí ha comenzado a ejercer su poderosa influencia en todos nuestros quehaceres, especialmente a través de su más evidente manifestación que es la tecnología.


Hablar de ciencia y tecnología forma parte del lenguaje hasta de los políticos, es frecuente escuchar frases como estas:


· Sin ciencia no hay desarrollo
· Hay que invertir en educación, especialmente en desarrollar la ciencia
· En materia de ciencia estamos avanzando, dos millones de dominicanos están usando el twitter y el facebook


Y así otras tantas que han sido pronunciadas sin entenderlas, quedándose en puros planteamientos o propuestas de campañas electorales.
Por no asumir esas propuestas cuando se llega al poder, es que aún en materia de investigación no hemos alcanzado la periferia, ignorando de manera deliberada que los que participan en las más importantes toma de decisiones, muchas veces desde un campo de golf, son los dueños de la ciencia y la tecnología, esos son los que gobiernan el resto del mundo. No fue en vano que Roger Bacón (siglo XIII) escribió: El saber otorga el poder


Es posible que algunas de las consideraciones expuestas y otras que expondremos en este trabajo pudieran resultar una utopía, dada nuestra condición de país pobre y altamente dependiente de otros, en cuestiones tan fundamentales como la energía.


Muchas veces se ha argumentado que no es posible alcanzar niveles importantes en el desarrollo científico y tecnológico porque eso no es propio de un país pequeño, como argumento en contra les decimos que en la lista de países registrados en la ONU, estamos en la posición 130 en cuanto a superficie y por debajo de nosotros hay 107 países, muchos de ellos con un desarrollo y unos aportes impresionantes en materia de educación, ciencia y tecnología.


No creo que la falta de capacidad haya sido la causa principal de nuestro atraso en ciencia, más bien creo ha sido la falta de voluntad política, quizás por temor a tener un pueblo que puede con mucha facilidad colocarse por encima de sus gobernantes. Es un pueblo inteligente y trabajador.

Todo parece indicar que hay serios temores de invertir en el desarrollo de la educación y la ciencia, quizás por el papel liberador que representan para el individuo y la sociedad en su conjunto, puedo asegurarles que quien se educa siguiendo los pasos del método científico, desarrolla su capacidad de pensar y se hace verdaderamente libre y consciente al momento de tener que decir un SI o un NO.
Basta con que tomemos de la mano la frase de Jesús que nos enseño: Conoceréis la verdad y ella te hará libre. La ciencia encierra verdad y te lleva a la libertad.


El poco de ciencia que se hace, si es que podemos hablar de que hacemos ciencia se queda en las aulas universitarias, plasmada en una pizarra, la cual es borrada cuando damos la espalda, porque ese poco de ciencia muchas veces le interesa a nuestros interlocutores que la ven como un pesada carga curricular, que es necesario aprobar para recibir un título. En el área de las matemáticas no crean que las cosas son muy diferentes.

Si los ciudadanos de un país no ven señales claras desde la dirección del estado de lo que se quiere, jamás van a promover transformaciones importantes y mucho menos en educación y ciencia. Confucio que vivió cinco siglos antes de la era cristiana escribió: que tus palabras nunca sobrepasen tus hechos, lamentablemente las palabras nos arropan y los hechos escasean.


Con mucho desprendimiento celebramos los logros científicos y tecnológicos ajenos y llegamos a exhibirlos con orgullo, pero como no tenemos logros propios, no hemos podido disfrutar la emoción que provoca el descubrimiento por sencillo que este sea.


Una de las manifestaciones más evidentes de nuestro atraso en ciencia se basa en la inversión en educación y dentro de ese presupuesto, está lo referente a la parte de ciencia, veamos el siguiente dato, el cual revela el porqué de nuestro atraso.


Si tomamos una muestra comprendida desde el 1985 hasta el 2009, lo que abarca un periodo de veiticuatro años, algo así como una generación completa, el promedio de la inversión en educación con respecto al producto interno bruto (PIB) ha sido de 1.49%, lo cual constituye una verguenza. Los organismos internacionales recomiendan un 4% del PIB como presupuesto de educación. Queridos lectores saquen ustedes sus propias conclusiones.