sábado, 22 de mayo de 2010

En materia de educación: Mucho ruído y pocas nueces


Con este título no hemos querido vulgarizar el tema de la educación, pero después que usted escucha durante décadas el mismo discurso, hasta de un aspirante a diputado, tiene que concluir que el título se ajusta a la verdad.

Que conste que esta ni es una verdad a a medias, ni mecho menos se trata de algo que sea imposible de comprobar, tampoco hay que buscar investigadores muy especializados para que formulen un conjunto de hipótesis, la sometan a un trabajo de campo y saquen unas conclusiones que reflejen que el título de este trabajo es falso o que obedece a una línea establecida para dañar reputaciones, es una verdad, la cual desearía fervientemente que alguien me demostrara lo contrario y quedaría satisfecho y produciría una disculpa.


De ninguna manera se piense que el sector educativo privado está exento de los males que afectan la educación dominicana, las cosas deberían ser mucho mejor, pero no hay mucha supervisión, ni muchas exigencias y la gran mayoría de los centros educativos terminan haciendo lo que quieran, sin importar mucho las consecuencias.


Cuando un estudiante concluye sus estudios en un determinado centro educativo, no hay un seguimiento de parte del centro, ni mucho menos un informe de la universidad donde estudia, donde se le informe al centro que está respondiendo su egresado, lo cual ayudaría no sólo al centro, sino también a la propia educación dominicana, la cual no está al margen de la impunidad reinante en nuestro medio.


Otro aspecto importante estaría en manos de la familia frente a un bajo rendimiento académico o un fracaso del estudiante, que son muchos los que fracasan, ocasionando con ello grandes pérdida de dinero y de tiempo y por supuesto en un obstáculo más al desarrollo del país, que no puede esperar más. Siempre se nos ha dicho, que la educación es una inversión, sin embargo una educación de baja calidad no es una inversión, es un gasto y definitivamente, en el gasto no hay recuperación.


Hoy se habla mucho del derecho del consumidor y se han producido leyes para esos fines, esas normas deberían ser aplicadas al negocio de la educación privada por la que se pagan cuantiosas sumas de dinero, que para la mayoría de las familias constituye un sacrificio.


La situación no sería la misma si la educación pública tuviera la calidad deseada, pero mientras estemos tan por debajo en porcentaje con respecto al Producto Bruto Interno (PBI), recomendado por los organismos internacionales y aplicado con mucho éxito no podremos cantar victoria, teniendo que manternos en la acera del frente viendo pasar como triunfadores a los países que está apostando seriamente a mejorar el nivel de vida de sus habitantes invirtiendo en educación, por eso tienen muchas nueces y poco ruido, se dice que la esperanza es lo último que se pierde, esperamos algún día poder desfilar sin ruido por la pesada carga de nueces.

domingo, 9 de mayo de 2010

Buscando la felicidad donde no está

Por falto de lógica que nos parezca, una persona jamás diría que no quiere ser feliz; es un estado o condición que todo ser humano busca afanosamente. Veamos que nos dice el filósofo, ensayista y poeta español George Santayana, el cual creció y se formó en los Estados Unidos, acerca de la felicidad:

La felicidad no es una cadena de placeres fugitivos, exitantes, diferentes. La felicidad reside en un juicio y una reflexión imaginativa, cuando la imagen de la propia vida humana en general, tal como es o como ha sido, satisface nuestros deseos y es aceptada con alegría.

Definitivamente que las expectativas de la vida para muchas personas quedan satisfechas cuando adquieren por ejemplo un bien material por el que lucharon, sin embargo no ha transcurrido mucho tiempo cuando vemos esfumarse esa felicidad, esto ocurre porque se ve el logro de la felicidad en función de bienes adquiridos y también en términos del estatus que por cuestiones transitorias les toca.

Si las cosas funcionaran así, podríamos decir que todo presidente de un país es feliz y por supuesto todo ministro también lo es. Mientras se considere que es en la posición y los bienes materiales que radica la felicidad, entonces no se ha sido capaz de hacer reflexiones imaginativas ni prolongar la alegría de los logros obtenidos.

Probablemente se ha escuchado expresiones como estas:

Seré feliz cuando tenga el carro de mis sueños, cuando contraiga matrimonio, cuando me divorcie y mil cosas más, cualquiera de esas cosas que le ocurran a quien está demandando de ellas, se dará cuenta muy pronto de que constituyeron una felicidad transitoria, porque la buscó donde no estaba, por eso fue tan efímera.

Posiblemente ahí radique el afan de muchos por conseguir dinero a como de lugar, porque con él se consigue la ansiada felicidad y para ello apliquen la regla que establece: Hazte de dinero trabajando y si no puedes hacerlo trabajando, hazte de dinero.

La sociedad que tenemos hoy es un reflejo de ese pensamiento, esto es extensivo a todos los niveles. En el pasado eso estaba reservado para el mundo empresarial, pero de un tiempo a esta parte se ha constituido en parte del accionar de los políticos, constituyéndose en una pérdida de confianza en ellos y en el sistema democrático.

Alcanzar la felicidad es una larga travesía llena de escollos y sin sabores, la cual no radica ni en la posición transitoria o de larga permanencia, ni en los bienes materiales, lo cual se constituye en una carrera a la que parece que nunca se llegará, porque el que está en una posición generalmente aspira a la que le sigue y pregonará antes sus íntimos que el día que la alcance será feliz, quizás el día que alcance la posición deseada, sus íntimos más que felicitarlo, tendrían que darle las más sentidas condolencias, por lo que representará esa posición. Simplemente buscó la felicidad donde no estaba.

No puede olvidarse que siempre habrá alguin más fuerte, más inteligente, con mejores niveles de relaciones, más hábil en fin con sobradas cualidades para troncharle el camino que supuestamente llevaría a la felicidad.

¿Cúal es el camino? Cada quién tendrá que descubrirlo y estar dispuesto a recorrerlo, Santayana da algunas pautas, pero nadie puede hacerlo por uno, es algo así como el dolor físico, que es personal y por más que se quiera a una persona, si esta tiene un dolor, lo único que puedes darle es medicina y manifesterle cariño, pero nuca transferirse el dolor. También la búsqueda de felicidad es personal, pero no radica donde cree la mayoría de la gente.

viernes, 7 de mayo de 2010

Todo nuevo bajo el Sol


El título que hemos escogido para esta reflexión contradice lo que tanto hemos escuchado y de alguna manera ha ejercido su influencia en muchas personas: No hay nada nuevo bajo el Sol

Las vibraciones de cada día son diferentes, aunque caminemos por las mismas calles, vivamos en la misma casa y por muchos años trabajemos en el mismo lugar, siempre experimentaremos sensaciones diferentes, que muchas veces la rutina no nos permite que disfrutemos.

Vemos personas diferentes, experimentamos retos que nos llevan a nuevos aprendizajes y nuevas experiencias y aún así decimos que no hay nada nuevo bajo el Sol. Cada situación que vivimos tiene sus propios modos de vibración y forma diferente de estimular nuestros sentidos, algunas sensaciones o manifestaciones de vibración no son perceptibles a nuestros sentidos o simplemente no hacemos consciencia de ellas por el estilo de vida que llevamos o al que somos empujados por una sociedad más consumista, que demanda más y mejores estilos de vida.

Los mejores estados de vibración de cada día lo proporcionan:

El alma humana como exponente de ese conjunto de experiencias que a través de múltiples existencias se han acumulado hasta formar parte de nuestra conciencia.

La mente que bien guiada se vuelve obediente y se pone a nuestro servicio de manera incondicional.

El amor que mientras más lo repartimos, más vuelve a nosotros.

Todos estos estados de vibración y otros que ocurren en nuestro cuerpo son manifestaciones cuánticas de la materia, tomando en consideración las manifestaciones de vibración y otras que ocurren en el cuerpo humano, no podemos decir, que no hay nada nuevo bajo el Sol.

La influencia que ejercen los sentidos sobre la mente es tan poderosa, que muchas veces estando en nuestro entorno, no nos damos cuenta de cosas nuevas e interesantes que ocurren alrededor nuestro. Porque el dominio de los sentidos además de pertenecer al campo de lo macroscópico parece que no nos lleva a comprender cuestiones microscópicas o que están en el campo de lo sutil.




domingo, 2 de mayo de 2010

Tus logros miden tus sueños


Tus logros constituyen una medida de tus sueños; esto podría tomarse como el enunciado de una ley de la vida. Los grandes sueños deben llevarnos a grandes logros, aunque sean alcanzados por etapas. Por ejemplo, los logros con los hijos son por etapas, así funciona la mecánica de la vida en ese aspecto, así que quien piensa en grande, es porque sueña grande, y así serán sus logros.

Si examinamos la historia moderna, nos encontramos con grandes figuras, cuyo denominador común o característica común eran grandes soñadores, pero todos tuvieron que pagar un precio muy alto para alcanzar su sueño, algunos llegaron a pagar con su vida.

Tenemos el caso de Gandhi, la Madre Teresa de Calcuta y Martin Luther King. Este último le dejó al mundo su famosa frase: ¨I have a dream¨ (Yo tengo un sueño).

A partir de esas consideraciones, cabría preguntar ¿Con qué sueñan nuestras figuras políticas antes y después de alcanzar la posición buscada? Esta pregunta podría tener una respuesta obvia, pero creemos que valdría la pena analizarla.

Veamos el caso de un ministro, es de suponerse que al desempeñarse en una determinada posición algunos problemas fundamentales deberían quedar resueltos de manera definitiva o por lo menos por una década, pero sabemos que no es así.

De lo que se tienen muchas evidencias es de que los problemas muchas veces ancestrales que se tenían al momento de llegar a la posición quedan resueltos, no sólo por diez años, sino muchas veces para todo la vida.

Parece ser una constante de estos tiempos soñar en grande por los logros personales y en pequeño para la función desempeñada.