jueves, 3 de junio de 2010

La buena intención no basta, hay que actuar con energía


Escribir acerca de como anda la educación dominicana muchas veces nos parece llover sobre mojado, como lo expresa la sabiduría popular a través del conocido refrán. Sin embargo si nos cansamos de escribir acerca de ese tema, creemos que sería peor, porque la educación para una sociedad es comparable con la sangre o el óxigeno para el cuerpo humano.

Si pudieramos llevar a una balanza los discursos pronunciados y los proyectos que han sido preparados en educación, fácilmente sobrepasarían cantidades en kilogramos por encima de los seis dígitos, porque lamentablemente todo se ha quedado en palabras, las cuales si no son llevadas a la práctica, se las lleva el viento como escribiera Gustavo Adolfo Becquer.

Nos pasamos la vida escuchando lo mismo, generaciones vienen y generaciones van y el avance si es que podemos hablar de avance no es significativo, más bien está lejos de que el país pueda iniciar su gran caminata hacia un desarrollo más independiente y fortalecer su gran capital, que no hay dudas lo constituyen sus recursos humanos.

La educación privada aunque representa de 15 a 20% de la matrícula escolar, muchas veces pierde de vista que cobra por un servicio el cual en muchos casos es de calidad cuestionable, sería interesante que el ministerio de educación pregunte a los centros educativos acerca de como van distribuir el alza en la escolaridad que la mayoría de los centros ha decidido.

De ese porcentaje, en cuánto se les aumentará el salario a los maestros, los cuales sabemos que no son bien retribuidos por su servicios, cuánto se destinará al mejoramiento de los servicios que ofrecen, entre estos citamos los laboratorios de ciencias de la naturaleza, mejoramiento de los servicios bibliotecarios, sólo para citar algunos ejemplos.

Esos aumentos en la matrícula escolar debería ser distribuidos para el mejoramiento de la calidad que ofrecen, pero sabemos que no es así, más de un vez he llegado a pensar que las autoridades educativas tienen temor de actuar frente a los colegios privados, que no hay dudas de que algunos se han creido que están por encima de las leyes y reglamentos que rigen sus actividades.

Entendemos que hace falta acción y contundencia en la aplicación de las normas que rigen la supervisión. Otro aspecto que debe cuidarse es la preparación de los técnicos que visitan los centros educativos privados, porque siempre encuentran que todo está bien y si se profundizara, se encontraría que no es cierto. Podemos citar como ejemplo la pobreza de conocimientos en materia de lo que debería ser un laboratorio escolar de un técnico de la área señalada.

Esa pobreza de conocimientos le resta calidad moral al momento de exigir cumplimiento de las normas y reglamentos que deben cumplir los centros educativos privados. La educación que ofrecen debe ser calidad para satisfacer las necesidades de la sociedad y de los padres que tanto sacrificio tienen que hacer para pagar una escolaridad.

Si la educación pública ofreciera más calidad y seguridad y por supuesto el espacio necesario para albergar más estudiantes, estamos seguros que son muchos los centros privados que tendrían que cerrar sus puertas o introducir modificaciones importantes en su oferta escolar.

Si por un descuido generacional hemos permitido un crecimiento desmedido de los centros educativos privados, pensamos que en algún momento deben buscarse las soluciones para que cumplan con lo establecido. Nos atrevemos a formular dos leyes las cuales con el desarrollo de la telecomunicaciones y el internet como una de sus plataformas más importantes pueden ser investigadas y por supuesto aseguranos que los enunciados de esas leyes se cumplen en nuestra sociedad y en cualquier otra similara a la nuestra, esas leyes establecen:

1. El nivel de desarrollo de un país está en proporción directa a su inversión en educación

2. A mayor incidencia de la educación privada, más se amplía la brecha entre ricos y pobres

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