lunes, 17 de agosto de 2009

Un maestro creativo para una sociedad diferente


Nacemos como una página en blanco, en la cual recibimos todo cuanto se escribe o se dibuja sobre ella. También sería válida la expresión de que somos como una esponja que cualquier material líquido es absorbido o cualquier sólido nos comprime.

En definitiva, no nacemos artistas, médicos, ingenieros, ni dotados de cualidades tan especiales, que desde nuestro nacimiento sean puestas de manifiesto. Por lo tanto, no nacemos creativos. Pero nos podemos hacer creativos. El talento está ahí, listo para que lo desarrollemos.

La genética disparó el proyectil y la sociedad tiene que dar en el blanco. Dar en el blanco significa llenarnos de lo mejor; ese llenado lo hacen un conjunto de instituciones las cuales forman parte de esa gran familia que es la sociedad.

Ahí tenemos el hogar, la escuela, el entorno, familiares cercanos que muchas veces ejercen una poderosa influencia y una larga lista que no sería posible enumerar. De esas instituciones que también apuntan está la escuela con sus maestros y maestras a la cabeza, los cuales son determinantes en el proceso de construcción de un individuo socialmente útil, claro está, después de la familia, pero como la familia está tan complicada, al tener que producir más para atender las demandas de la sociedad, ya que la gran mayoría de las personas se han dejado llevar por la vorágine del consumismo, entonces se espera que la escuela pase a ser una especie de sustituta de esa familia, muchas de ellas disfuncionales.

Hoy se demanda mucho más de los maestros que hace algún tiempo, cuando la familia hacía su parte, pero a esos maestros no se les brinda el apoyo necesario para que realicen su trabajo. Las sociedades subdesarrolladas como la nuestra demandan un maestro más creativo, pero esa creatividad hay que desarrollarla y cultivarla, como se hace con cualquer cosa que se desea multiplicar y que sea duradera.

Un maestro sin capacitación no puede desarrollar todas sus potencialidades y mostrar la dosis de creatividad necesaria que le permita cumplir con el honroso papel que la sociedad ha puesto en sus manos, que es el de forjador de conciencia y responsabilidad. El o ella constituyen el papel en blanco donde en gran medida se escribirá el futuro del país.

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